Eran las cinco y media de la madrugada cuando los
hermanos Recio llegaban a su casa. A esa hora yo acababa mi última lata de
cerveza y renunciaba por completo a mi intento de conciliar el sueño aquella
noche. Los gritos y carcajadas de Pablo y Julio Recio entraban por mi ventana
desde el patio interior del edificio, mezclándose con las de las dos
prostitutas que les acompañaban. Era una noche muy calurosa.
Encendí un cigarrillo y me asomé al patio. No pude
verles, pero seguía oyendo el jaleo de sus borracheras.
Tenían un apartamento alquilado en mi mismo bloque,
pero sólo lo usaban uno o dos sábados al mes, cuando venían a la capital para zanjar
algunos negocios. No se trataba de nada estrictamente ilegal, simplemente eran
proveedores de varios mayoristas en Mercamadrid; vendían aquí las naranjas que
producían en el pueblo con sus seis o siete primos. Cuando venían a cobrar las
facturas, aprovechaban el viaje para disfrutar de la ciudad. Putas, ginebra y
farlopa eran su menú preferido. Tendrían unos treinta años, quizá menos.
Lo cierto es que no sé mucho más sobre los dos hermanos
Recio; y puede que nunca llegue a hacerlo. Pero todas esas noches en que,
atacado por el insomnio, escucho sus risas de madrugada desde mi pequeño salón
cubierto de latas vacías y ropa sucia, pienso en cómo será la vida de estos
personajes: dos chavales de pueblo que, muy de vez en cuando, se mezclan con el
lado más inquieto, aberrante y divertido de esta ciudad.
Y sin embargo, ésta nunca les atrapa. Nunca.
Hola, soy alemana, mi vida está vacía, digo gilipolleces revestidas de sarcasmo y me mantengo fatigada, mi vida sigue igual de vacía pero tal vez me sigan (en esta extensión de las redes sociales que es la prensa) desarraigados posteuropeos, siempre y cuando alguien (¿El País?) en busca de la conceptualización de una generación que no existe (en pos de su rebañización, como ocurriera con las fracasadas generaciones progresistas) intente captar público a través de mí. Sin embargo a lo más que aspiro es a aglutinar seguidores en busca de ídolos, esos que no valen mucho más que sus mensajes de "apoyo en la lucha". Lo que estoy buscando en realidad es algo sórdido y que me llene como el m. Algo como www.sordidaydrogada.blogspot.com pero con más repercusión mediática y en lo que yo sea la protagonista (y así podría seguir eternamente. Besos).
ResponderEliminar(Publicado en la sección de cultura de El País por ntranscendental)